El bordón es uno de los símbolos más representativos del peregrino tradicional del Camino de Santiago. Se trata de un bastón largo, firme y robusto, generalmente de madera, que acompaña al caminante durante todo su recorrido. Su uso combina lo práctico y lo simbólico, siendo una herramienta de apoyo físico y un emblema del espíritu peregrino.
A lo largo de los siglos, el bordón ha servido para mejorar el equilibrio, reducir el impacto en las articulaciones, facilitar la marcha en terrenos irregulares e incluso ahuyentar animales. Tradicionalmente, se remataba con una punta metálica para proteger su base del desgaste y, en ocasiones, con una pequeña cruz o calabaza para portar agua.
En el plano simbólico, el bordón representa la firmeza, la guía y el compromiso del peregrino. Junto con la concha de vieira y la calabaza, forma parte del equipamiento icónico del caminante jacobeo.
Hoy en día, aunque muchos peregrinos optan por bastones modernos de trekking, el bordón sigue siendo un elemento presente en las rutas del Camino, especialmente entre quienes desean conectar con la tradición y vivir una experiencia más auténtica.
